Históricamente, se ha observado un flujo de inmigrantes latinoamericanos a Estados Unidos, de los cuales una gran proporción son mujeres. Los retos de la mujer latina en este país, están relacionados principalmente con su formación profesional para garantizarse el poder adquisitivo. Las estadísticas ofrecidas por la organización Nielsen Norteamérica, durante el Foro Mundial de la Mujer en 2015, revelan que el porcentaje de hogares con latinas de 18 años y más que ganan al año 75.000 dólares, ha crecido cinco puntos en la última década (del 16% al 21%). Otro dato significativos sobre el desarrollo de este colectivo tiene que ver con los estudios: un 73% de las mujeres hispanas graduadas están en la Universidad.
No obstante, de acuerdo con la organización Latinas Take Charge, las latinas son el grupo minoritario de mujeres más grande en Estados Unidos. Sin embargo también son el grupo con menor poder personal, político y económico. Asimismo, se indica que las latinas constituyen el número más elevado de mujeres que abandonan la escuela y solamente en la secundaria dejan de estudiar el 17% de éstas y tan sólo quince de cada cien mujeres latinas que viven en este país se han graduado en la universidad, mientras que el 27% vive en condiciones de pobreza.
Otros estudios proyectan que la comunidad latina en los Estados Unidos se ha incrementado y seguirá en aumento en los próximos años. Además, que cada día se cuentan a más mujeres latinas abriendo negocios y dirigiendo proyectos para grandes empresas. Estos logros se obtienen, gracias a la superación de tres grandes retos:
- Las creencias limitantes, falta de autoestima, falta de confianza en su capacidad para el estudio y el trabajo, el temor y costumbres arraigadas por generaciones.
- La falta de igualdad entre el sexo masculino y femenino, ya que aún en estos se vive un desequilibrio en los sueldos y beneficios entre ambos sexos, favoreciendo en una gran mayoría de los casos a los hombres.
- La discriminación racial y los constantes ataques que experimentan los inmigrantes. No únicamente necesitan adaptarse a otra cultura, sino al idioma y costumbres.
Por encima de estos retos, las mujeres latinas están emprendiendo y tomando ventaja de las oportunidades disponibles. No es un reto fácil de superar, pero con la ayuda de mentores, con una educación apropiada, un sueño y una visión clara, con la ayuda y apoyo de sus seres queridos, todo es posible. Para ellas, es importante asumir la responsabilidad del éxito y luchar hasta obtenerlo, no únicamente para su satisfacción personal, sino porque las mujeres son inspiración para la próxima generación.
Algunos analistas sostienen que los latinos en Estados Unidos se nutren mucho de modelos que los inspiren y les muestren el camino, siendo la mujer quien ha tomado esa iniciativa. El gran reto general es no olvidar los sueños que se tenían al salir del país natal, luchar por conseguirlo y ayudar a otros a lograr los suyos.
Sin duda alguna, la mujer latina profesional debe esforzarse al doble para realizarse en Estados Unidos, lo cual se logra con los estudios y la visión de triunfo. Ésta debe asistir a la universidad, que mayormente por sus altos costos limita su ingreso, además de participar en seminarios, clases en línea, talleres, programas de entrenamiento en grupo, que son algunos de los servicios consultores que ofrecen tanto en inglés como en español.
En lo emocional, basta con lo señalado por la Organización Mundial de la Salud (Brunddtland, 2001), que advierte que los dos factores que contribuyen con mayor fuerza al aumento de enfermedades mentales en el mundo, son tanto los rápidos cambios en el ambiente, como el inmenso número de gente que vive en situaciones de pobreza. Los inmigrantes latinos suelen caracterizarse por poseer ambos factores, ya que muchos se mueven de un país a otro con la esperanza de mejorar su situación socioeconómica, y por ello se enfrentan a cambios bruscos tanto en el ambiente físico y económico como en el ámbito social, dejando atrás su tierra, país, costumbres y, en muchos casos, a sus familias y amigos. El estrés de adaptación sociocultural se hace más marcado en países vecinos con diferencias económicas bruscas, como Estados Unidos y México, pero también en países que mantienen raíces culturales y religiosas similares, y una lengua común.